domingo, 23 de noviembre de 2008

Vidas anónimas


Cuando llegué a la frutería había como 5 personas delante, así que me dio tiempo a observar atentamente a cada una de ellas y a fantasear historias sobre su existencia. Me gusta imaginar la vida de la gente cotidiana que veo a diario por la calle.

La señora Juani estaba pidiendo acelgas, patatas, zanahorias, puerros… seguramente para prepararles a sus dos nietos un puré de verduras a la hora de comer. La señora Juani recoge a sus nietos a la salida del colegio, les alimenta como mandan los cánones y les vuelve a llevar a que aprendan que 2+2 son 4. Sin embargo, de vez en cuando, la yaya Juanita les consiente con una hamburguesa y algún que otro tubérculo frito.

Pepe el quiosquero, para mí tiene cerca de 60 años, está viudo y lleva toda su vida en la caseta del medio de la plaza. Está al día de todo lo que pasa en cualquier parte del mundo. Es muy detallista y se preocupa por facilitarles las cosas a sus clientes colocando cada ejemplar con especial cuidado. En la parte central los periódicos; El País, el Público… a la izquierda, El Mundo, La Razón, El ABC… a la derecha; al sur La Tribuna; al nordeste La Vanguardia y al suroeste Hoy. El As y el Marca cuelgan del larguero del puesto y en los brazos laterales, que se despliegan a la hora de apertura, se encuentran las revistas; en la parte baja las del corazón y en la parte alta las de adolescentes, que para algo toman cada día más Danonino. Así que el kilo de naranjas que va a pedir, le sirven para madrugar y terminar airoso su jornada.

Esperanza ronda los 40 y espera impaciente su turno mirando una y otra vez su reloj de brillantes. Va a comprar unos puerros para su Vichysoisse y unas fresas para el postre. Su amigo especial, el banquero, viene a cenar y ha pensado en cocinar algo rápido y ligero para disponer de más tiempo a la hora de llevárselo al huerto y amarse hasta el amanecer.

Guille tiene 19 años, viene de León para estudiar arte dramático y acaba de independizarse. Su santa madre le ha impuesto que ingiera alcachofas, que protegen el hígado, así que se dispone a comprar corazones curativos para todas las juergas nocturnas que se le vienen encima.

Y delante de mí está Jesús,¡Ayyy Jesús...! Alrededor de 30 años, alto, moreno, ojos negros y barba desaliñada pero de impecable apariencia... todo un adonis. Ideal si no fuera gay. Está esperando comprar cebolleta, aguacate y limones para prepararle a Pedro arroz a la tailandesa. Pienso en quien fuera Pedro y me traen de vuelta a la realidad el –¡¿Quién va ahoraaaaa?!- del frutero y el – ¡Vaaaaamos niña, que es para hoy!- de la señora Paca.

martes, 11 de noviembre de 2008

La trastienda de los verbos


Creo, espero, quiero y no puedo. Verbos en presente con vistas a un futuro que se desvanece a medida que pasa el tiempo.
Voy y vengo. Expresiones que implican movimiento y que al final no llegan a ninguna parte.
Siento, vivo y existo. Términos profundos que dejan huella aunque pasen de puntillas.
Tengo, obtengo y poseo. Verbos que denotan pertenencia y connotan albedrío.
Odio, detesto, me enfado. Acciones llenas de sentimientos pero vacías de benevolencia.
Supongo, conjeturo, imagino y me figuro. Verbos ciegos que ven más allá de la realidad.

Verbos y más verbos que influyen en nuestras vidas en función de cómo se conjuguen.